La escuela verde de Bali es el edificio de bambú más grande del mundo. En ella, rodeados de naturaleza, casi 200 niños de 25 países aprenden, además de las asignaturas convencionales, a llevar un estilo de vida sostenible. The Green School funciona con energía solar y es un punto de encuentro de pioneros en un entorno natural privilegiado, un microcosmos de la comunidad global, un modelo que sus creadores quieren exportar al resto del mundo.
Siete kilómetros de bambú dieron forma a este edificio de doble hélice que interconecta tres espirales donde los chavales reciben una educación basada en valores ecológicos. De ahí que sólo utilicen materiales reciclables. La escuela está abierta al exterior en el más amplio sentido de la palabra y no dispone de paredes. Sí de burbujas de algodón ecológico que se descuelgan de los altos techos cuando la meteorología obliga.
La construcción, de 20 metros de altura, dispone de 2.000 metros cuadrados de superficie que albergan las clases, la biblioteca, aula de informática, salas de exposiciones, salas de reuniones y oficinas. La estructura es una preciosidad arquitectónica que recuerda a una catedral, gracias a la fuerza y la belleza de sus 2.630 cañas de bambú.
The Green School se levantó hace tres años mediante técnicas ancestrales de construcción, respetuosas con el entorno. Artesanos locales fueron los encargados de hacer realidad este sueño de John Hardy que, tras ver el documental de Al Gore “Una verdad incómoda”, decidió hacer algo por mejorar el futuro de las nuevas generaciones. A partir de lo local, la escuela verde busca la integración de la diversidad y generar pasión por el planeta mediante la creatividad.
Los niños, aparte de estudiar matemáticas o ciencias, cuidan del huerto ecológico que alimenta a diario a 400 personas, aprenden las técnicas de construcción con bambú y a interactuar de manera sostenible con la naturaleza. “El currículo incluye el rigor académico que exige el sistema educativo británico, combinado con los estudios verdes y el arte creativo, de manera que los estudiantes puedan acceder a la carrera que elijan en el futuro”.
Un 25% de los alumnos son de Bali, pero el resto proceden de todos los continentes de la tierra. En muchos casos, sus padres son profesionales y ejecutivos que decidieron dejar atrás su “exitosa” carrera para contribuir a crear un cambio positivo en el mundo. De hecho, Green School cuenta con un creciente número de voluntarios que ofrecen sus conocimientos en diferentes disciplinas sostenibles y creativas.
Alrededor de la escuela verde de Bali han proliferado las viviendas sostenibles, las calles se han pavimentado con piedras volcánicas que evitan las inundaciones y se espera la llegada de empresas sostenibles al lugar. La ONG que lo impulsa espera exportar el proyecto a otros lugares del globo.
Más información: Green School
Siete kilómetros de bambú dieron forma a este edificio de doble hélice que interconecta tres espirales donde los chavales reciben una educación basada en valores ecológicos. De ahí que sólo utilicen materiales reciclables. La escuela está abierta al exterior en el más amplio sentido de la palabra y no dispone de paredes. Sí de burbujas de algodón ecológico que se descuelgan de los altos techos cuando la meteorología obliga.
La construcción, de 20 metros de altura, dispone de 2.000 metros cuadrados de superficie que albergan las clases, la biblioteca, aula de informática, salas de exposiciones, salas de reuniones y oficinas. La estructura es una preciosidad arquitectónica que recuerda a una catedral, gracias a la fuerza y la belleza de sus 2.630 cañas de bambú.
The Green School se levantó hace tres años mediante técnicas ancestrales de construcción, respetuosas con el entorno. Artesanos locales fueron los encargados de hacer realidad este sueño de John Hardy que, tras ver el documental de Al Gore “Una verdad incómoda”, decidió hacer algo por mejorar el futuro de las nuevas generaciones. A partir de lo local, la escuela verde busca la integración de la diversidad y generar pasión por el planeta mediante la creatividad.
Los niños, aparte de estudiar matemáticas o ciencias, cuidan del huerto ecológico que alimenta a diario a 400 personas, aprenden las técnicas de construcción con bambú y a interactuar de manera sostenible con la naturaleza. “El currículo incluye el rigor académico que exige el sistema educativo británico, combinado con los estudios verdes y el arte creativo, de manera que los estudiantes puedan acceder a la carrera que elijan en el futuro”.
Un 25% de los alumnos son de Bali, pero el resto proceden de todos los continentes de la tierra. En muchos casos, sus padres son profesionales y ejecutivos que decidieron dejar atrás su “exitosa” carrera para contribuir a crear un cambio positivo en el mundo. De hecho, Green School cuenta con un creciente número de voluntarios que ofrecen sus conocimientos en diferentes disciplinas sostenibles y creativas.
Alrededor de la escuela verde de Bali han proliferado las viviendas sostenibles, las calles se han pavimentado con piedras volcánicas que evitan las inundaciones y se espera la llegada de empresas sostenibles al lugar. La ONG que lo impulsa espera exportar el proyecto a otros lugares del globo.
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