El bambú es una sólida opción a la hora de decorar los suelos de nuestro hogar de acuerdo a la sostenibilidad porque son las plantas terrestres conocidas de crecimiento más veloz, hasta un metro en 24 horas. Existen varios tipos que se adaptan a las diferentes necesidades de cada estancia, ya que no es lo mismo la habitación de los niños que la cocina o el salón. La resistencia y el color varían en las distintas modalidades de bambú. Si hay alguna condición ambiental donde no se recomienda el uso del bambú, es la de excesiva humedad o demasiada sequedad ambiental, algo que no difiere de la mayoría de las maderas.
Cuando se trata de un área de la casa que recibe mucho trasiego de gente, conviene inclinarse por el bambú de hebra tejida ya que resulta más resistente y duradero. La prueba Janka Ball, adoptada por la industria del bambú, mide la capacidad de resistencia a abolladuras y desgaste y, en igualdad de condiciones, el bambú oscuro es menos duradero por el proceso de calor al que se lo somete para cambiar su color.
En todo caso, la calidad del bambú viene determinada por su edad. Entre 5,5 y 6 años de crecimiento es el tiempo ideal para asegurarnos una fibra madura, sólida y durable. Aún así, al bambú no se le considera una madera dura, comparada con la procedente de árboles con ciclos de maduración más largos. Mientras, el bambú crece como una mala hierba y de ahí que se le considere más sostenible.
La instalación de los suelos de bambú no es complicada y lo puede hacer uno mismo siguiendo las instrucciones para encajar y fijar las láminas, como con cualquier otro suelo laminado. A la hora de pegar los tableros, únicamente cabe tener en cuenta que no se utiliza un adhesivo tóxico que contamine el aire que respiramos.
Una vez colocado, es aconsejable cuidar el bambú mediante una limpieza con productos no abrasivos, preferiblemente ecológicos. Y por supuesto, no olvidar colocar almohadillas en las patas de las sillas y las mesas para evitar rayones. A partir de ahí, a disfrutar de un suelo cálido, acogedor y sostenible.
Fuente: www.ecogaia.com
Cuando se trata de un área de la casa que recibe mucho trasiego de gente, conviene inclinarse por el bambú de hebra tejida ya que resulta más resistente y duradero. La prueba Janka Ball, adoptada por la industria del bambú, mide la capacidad de resistencia a abolladuras y desgaste y, en igualdad de condiciones, el bambú oscuro es menos duradero por el proceso de calor al que se lo somete para cambiar su color.
En todo caso, la calidad del bambú viene determinada por su edad. Entre 5,5 y 6 años de crecimiento es el tiempo ideal para asegurarnos una fibra madura, sólida y durable. Aún así, al bambú no se le considera una madera dura, comparada con la procedente de árboles con ciclos de maduración más largos. Mientras, el bambú crece como una mala hierba y de ahí que se le considere más sostenible.
La instalación de los suelos de bambú no es complicada y lo puede hacer uno mismo siguiendo las instrucciones para encajar y fijar las láminas, como con cualquier otro suelo laminado. A la hora de pegar los tableros, únicamente cabe tener en cuenta que no se utiliza un adhesivo tóxico que contamine el aire que respiramos.
Una vez colocado, es aconsejable cuidar el bambú mediante una limpieza con productos no abrasivos, preferiblemente ecológicos. Y por supuesto, no olvidar colocar almohadillas en las patas de las sillas y las mesas para evitar rayones. A partir de ahí, a disfrutar de un suelo cálido, acogedor y sostenible.
Fuente: www.ecogaia.com
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