Al declarar a la dieta mediterránea Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, la UNESCO reconoce una tradición milenaria con innumerables beneficios para la salud. Basada en productos tan saludables como las verduras, la fruta, las legumbres, el pescado, el aceite de oliva, el vino o los frutos secos, la dieta mediterránea ha demostrado ser una salvaguarda frente a la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, el colesterol, el cáncer o la diabetes, como lo corrobora el reconocimiento científico.El resultado es que la población mediterránea es de las más longevas, gracias a una tradición cimentada en los productos de la tierra y el mar y transmitida de generación en generación durante siglos. Al tiempo, la dieta mediterránea ha sabido reinventarse a sí misma con el paso de los años mediante una creatividad culinaria que le ha reportado prestigio internacional.
Con numerosas recetas de rápida preparación, la dieta mediterránea puede competir fácilmente con la “comida basura” cuajada de grasas saturadas y que nos ha traído esta época de prisas, sin tiempo para preparar platos laboriosos. Un bocadillo o una pita a base de verdura fresca y pescado o un kebap, son ejemplos de las múltiples posibilidades de alimento rápido y sano que ofrece el legado alimenticio de los países mediterráneos.
La iniciativa de presentar la candidatura de la dieta mediterránea como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad surgió de España y contó con la participación de Grecia, Italia y Marruecos. El documento ha permitido a la UNESCO apreciar los diferentes valores anejos a esta dieta además del gastronómico, como son el cultural, el social, el histórico o el medioambiental. Con todo, el reconocimiento permitirá preservar y favorecer este exquisito legado, lo que redundará en un impulso al desarrollo sostenible de las zonas rurales.
Imagen: Fundación Dieta Mediterránea
Más información: Fundación Dieta Mediterránea
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