viernes, 5 de marzo de 2010

Slow Money: ralentizar el dinero y acercarlo a la tierra


Los mercados monetarios mueven diariamente tres billones de dólares a lo largo y ancho de todo el planeta. Nuestro sistema financiero ha desvinculado el dinero de personas y zonas geográficas, lo que propicia su circulación a una velocidad sin límites y de una forma tan compleja que ni siquiera los expertos comprenden las consecuencias de lo que está sucediendo. Los créditos basura son solamente una manifestación de todo esto.

Slow Money es una organización estadounidense sin ánimo de lucro que pretende crear redes locales y nacionales para desarrollar nuevos productos y servicios financieros que inviertan en las pequeñas y medianas empresas del sector alimentario y en los sistemas alimentarios locales, que conecten a los inversores con las economías locales y que reconstruyan la industria de la alimentación. “En EEUU hay miles de pequeños empresarios del sector de la alimentación que no están interesados en que sus empresas crezcan de forma desorbitada y acaben vendiéndose por millones a las multinacionales. Slow Money pretende acercar a estos pequeños empresarios y a los inversores que comparten sus valores, para que juntos puedan alcanzar los objetivos que se proponen”, afirma Woody Tasch.

“Nuestro proyecto pretende devolver el dinero a la tierra, conectarlo directamente con los lugares donde habitan los inversores”, afirma Woody Tasch, fundador de Slow Money, en una entrevista concedida a la revista estadounidense Yes. “Los miembros de Slow Money contribuyen económicamente invirtiendo en la producción de alimentos locales en sus propias comunidades. Estas inversiones las gestiona una infraestructura nacional en proceso de creación cuyo desarrollo depende de la habilidad de Slow Money para conseguir el dinero que se ha propuesto. El objetivo final es crear redes regionales y nacionales que apoyen estos objetivos”.

La organización Slow Money se basa en el principio de la fertilidad de la tierra y en el respeto de sus límites productivos, en el valor de lo local, en la salud cultural, ecológica y económica, en la diversidad y en la no violencia.

“Estamos viviendo una era en la que ninguno de los costes reales, a largo plazo, de la producción de alimentos queda integrada en el sistema. Si queremos lograr un sistema alimentario real que produzca alimentos sanos de forma menos dañina para el medioambiente y para las personas que los toman, será necesaria una transición. No sabemos cómo saldrá, ni qué forma tendrá, pero es cierto que tenemos que empezar a movernos con el objetivo de mejorar el acceso de todos a los alimentos: mejorar la nutrición infantil, la salud en el aspecto preventivo, y defender la vida en el planeta mientras alimentamos a nuestras poblaciones. No podemos permitirnos satisfacer nuestras necesidades puntuales mediante comida barata mientras nos cargamos el futuro de las generaciones que vienen.”

Slow Money pretende comenzar solucionando problemas estructurales de nuestra sociedad, empezando por el sistema alimentario. La iniciativa, inspirada en el movimiento Slow Food, y que comienza a desarrollar un sistema de producción de alimentos locales apoyándose en lo que sus miembros denominan “capital alimentario”, pretende expandirse a otros sectores donde este tipo de economía local es muy necesario: energía, transporte ecológico, desarrollo urbanístico, viviendas verdes, medios independientes o sistemas de sanidad comunitarios.

En EEUU, aunque a simple vista parezca que las grandes granjas industriales continuarán predominando sobre los pequeños agricultores locales, en muchas regiones ya se percibe un movimiento que fomenta la producción local de alimentos ecológicos. Es una tendencia creciente que en la próxima década continuará extendiéndose por todo el país, hasta contar con varios millones de pequeños agricultores, según indican diversas previsiones. “Creo que estamos madurando en nuestras actitudes, y nos estamos dando cuenta de que centrarnos en formas más locales, más pequeñas y más saludables de hacer negocios no resulta nada ingenuo ni despreciable: es una cuestión de supervivencia, de pragmatismo. Es lo que tenemos que hacer si queremos ajustarnos a la nueva realidad de la vida en el planeta.”

El movimiento Slow Food nació en Italia hace veinte años como respuesta a la apertura de un Mc Donald’s en Roma y hoy cuenta con más de 5.000 miembros en el mundo entero que promueve una serie de conceptos ecológicos, respetuosos con el medioambiente, nutricionales, artesanales, etc. siempre en relación con la nutrición y que utiliza los alimentos como vehículo de reconexión de la gente con sus comunidades.

Slow Money pretende crear flujos de capital que apoyen económicamente a movimientos similares en los EEUU, para que el interés por el origen de los alimentos deje de ser un tema minoritario y de gente adinerada. La organización sirve de apoyo a los sistemas alimentarios locales y promueve la diversidad agrícola autóctona.

Fuente: ladyverd

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