jueves, 8 de abril de 2010

Acción directa contra la Obesidad Infantil. Por una pedagogía alimentaria

La llamada “comida basura” es producto de la mercantilización, industrialización y globalización de los alimentos. La comida se convierte en una mercancía cuya finalidad no es procurar una nutrición saludable a las personas sino generar beneficios económicos. La comida ecológica, además de su cuerpo (los alimentos propiamente dichos), tiene su alma que es una forma de producción respetuosa con la naturaleza, su distribución en circuitos cortos, su consumo racional y mesurado, sus efectos saludables en las personas y sus residuos escasos y reutilizables.

¿Qué es la comida basura?

La comida basura es el conjunto de alimentos que se caracteriza por ser altamente energéticos, contener escasos nutrientes, exceso de hidratos de carbono “rápidos”, grasas de baja calidad y proteínas de origen animal. Los alimentos basura más frecuentes son: refrescos azucarados y carbonatados, bebidas energizantes, golosinas, chuches y caramelos, bollería industrial, comida rápida de bajo coste distribuida por grandes cadenas multinacionales, platos precocinados, pizzas y hamburguesas.

Estos alimentos, saturados de sustancias químicas, como colorantes, saborizantes, conservantes, emulgentes, etc., frecuentemente tóxicas por su acumulación paulatina, son objeto de una promoción intensiva, desde los grandes medios de comunicación dirigida especialmente a nuestros niños y niñas.

Pero la comida basura no sólo es una lista de alimentos sino, sobre todo, el hábito de consumirlos de forma cotidiana. La comida basura engendra el mercado de los alimentos llamados “funcionales” que nos venden como “antídoto” las mismas transnacionales que nos venden el “veneno”.

La llamada “comida basura” es producto de la mercantilización, industrialización y globalización de los alimentos. La comida se convierte en una mercancía cuya finalidad no es procurar una nutrición saludable a las personas sino generar beneficios económicos.

Cuerpo y alma de los alimentos

La comida ecológica, además de su cuerpo (los alimentos propiamente dichos), tiene su alma que es una forma de producción respetuosa con la naturaleza, su distribución en circuitos cortos, su consumo racional y mesurado, sus efectos saludables en las personas y sus residuos escasos y reutilizables.

La comida basura, además de su cuerpo (las chuches, bollería industrial, refrescos carbonatados, grasas, azúcar refinada, etc) también tiene su alma que es una forma de producción industrializada con la finalidad principal de ganar dinero, despilfarradora de energía y agua, que incorpora productos químicos y transgénicos, una distribución a escala mundial, incitadora de un consumo irracional con efectos enfermantes en las personas y contaminantes de la tierra, el aire y el agua.

Enfermedades alimentarias infantiles. Instituciones y participación social

Enfermedades propias de edades avanzadas están apareciendo en edades tempranas: sobrepeso, obesidad, diabetes tipo b, hipertensión y colesterol, afectan a adolescentes y jóvenes. A escala europea, España ocupa un puesto intermedio en adultos obesos, pero está a la cabeza en niñ@s y adolescentes con sobrepeso. Los poderes públicos no actúan con la contundencia que exige la gravedad del problema.

La emergencia de estas patologías tiene su origen en los cambios dietéticos inducidos por la publicidad de la industria alimentaria y en el descenso de la actividad física. Estos cambios han desplazado la dieta mediterránea, rica en fruta, verdura, hidratos de carbono “lentos” y proteína vegetal -base de nuestra alimentación hace sólo 40 años- sustituyéndola por una alimentación excesiva en grasas, azúcares y proteínas de origen animal. Por otro lado, la socialización de niñ@s en parques, calles y patios, con juegos y deportes plenos de actividad física, ha retrocedido ante actividades domésticas, individuales y sedentarias: ordenador, televisión, videojuegos, etc.

El sobrepeso infantil compromete la salud física, síquica y social de nuestros niñ@s y jóvenes, triplicando la probabilidad de que sean adultos enfermos y obesos. Está demostrado que los cambios en la dieta y la actividad física de niños y niñas, producen sobrepeso, obesidad y otras enfermedades alimentarias.

Las instituciones públicas abordan diversas estrategias para frenar la epidemia de obesidad infantil. El Ministerio de Sanidad y Consumo elaboró en 2005 la Estrategia N.A.O.S. (Nutrición, Actividad, Obesidad y Salud). Pero esta iniciativa política no aborda la responsabilidad de las multinacionales que la producen. Por el contrario, dicha responsabilidad se niega expresamente: “es importante resaltar que el sedentarismo y el déficit de gasto energético, provocados por las nuevas pautas y hábitos de conducta de nuestra sociedad moderna, juegan un papel principal en el aumento de la obesidad y el sobrepeso y no cabe responsabilizar de este problema a la industria española de alimentación y bebidas, ni a productos alimenticios concretos o a su publicidad”.

El Gobierno emplea la Estrategia NAOS para proteger los intereses económicos de las empresas responsables de las enfermedades alimentarias. No evalúa los daños que la penetración del consumo de la comida basura y los refrescos producen entre la población, en particular en niñ@s y adolescentes. No alerta sobre los crecientes peligros futuros de este modelo de consumo. No promueve la sensibilización crítica sobre estos productos en el conjunto de la población, porque eso le enfrentaría con las multinacionales. No prohíbe su venta en las escuelas, tal como han solicitado la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. La Estrategia NAOS propicia “Códigos voluntarios de Buena Conducta” para las empresas de alimentación y bebidas que sólo sirven para limar los aspectos más escandalosos de su publicidad televisiva dirigida especialmente a los menores de 12 años. Establece Convenios con las multinacionales de la alimentación basura para que laven su imagen, mostrándoles como benefactores de los más desfavorecidos y a través de campañas que incentivan el deporte, nos recuerden, cínicamente, los beneficios de una dieta sana, al tiempo que, en estas mismas campañas, nos ocultan los daños que sus productos ocasionan a nuestra salud.

El código P.A.O.S. (Publicidad de Alimentos, prevención de la Obesidad y Salud), firmado por las 35 empresas alimentarias que aglutinan el 75% de la inversión publicitaria de alimentos, pretende limitar -mediante la autorregulación de la publicidad de alimentos y bebidas- los abusos de la publicidad sobre los menores.

P.E.R.S.E.O (Programa Educativo de Referencia para la Salud, Ejercicio físico y contra la Obesidad) es un proyecto para el medio escolar (niñ@s de enseñanza primaria). Incide en el comedor escolar, el entorno ambiental y el ámbito docente. Implica a alumn@s, profesorado, familias y entorno comunitario. Persigue el aumento del consumo de frutas y verduras, la disminución del consumo de grasas y azúcares y el incremento de la actividad física para reducir el sedentarismo.

A pesar de la proliferación de iniciativas y programas gubernamentales, la obesidad infantil sigue avanzando. Las estrategias de las instituciones son necesarias pero no suficientes. ¡Salvemos a nuestr@s niñ@s!. Padres, madres, educador@s, consumidor@s responsables, niños y niñas debemos pasar a la acción.

Problemas de la educación alimentaria

Quienes tenemos la responsabilidad de formar a nuestros niños y niñas, no podemos ignorar la necesidad de hacerlo también en unos hábitos alimentarios saludables, que les eviten enfermedades para el resto de su vida. Al afrontar este desafío aparecen diversos problemas.

El primero es nuestra propia ignorancia nutricional.

El segundo, la intoxicación publicitaria que, diariamente, provoca en nuestros niños y niñas el deseo de consumir alimentos indeseables. Estos alimentos son especialmente apetitosos para ellos por la manipulación de su fantasía y la creación artificial de sabores agradables (palatabilidad) para ellos.

El tercero, la necesidad de salir de la cultura de la queja, muy presente en nuestras formas de vida, y tomar en nuestras propias manos la seguridad alimentaria de tod@s, a través de la educación alimentaria de nuestros niñ@s y adolescentes.

El cuarto, el subdesarrollo de contenidos, unidades didácticas, metodologías y dinámicas participativas capaces de educar(nos) en unos hábitos de alimentación responsables, saludables, agradables y divertidos.

Alternativas

Se trata de fomentar, mediante un conocimiento teórico y práctico, la autonomía de nuestros niños y niñas haciéndoles crecer en conocimientos, seguridad y salud alimentaria.

El objetivo es iniciar a l@s niñ@s en la cultura alimentaria a través de sus propios hábitos de alimentación y consumo.

Salir de la “oralidad secundaria” como único método en las dinámicas educativas alimentarias. La oralidad secundaria consiste en ver y oír mensajes abstractos y descontextualizados sobre los alimentos y la dieta. La “oralidad primaria” incorpora el contexto físico, social y sensorial que acompaña a la alimentación (tiempo, lugar, olores, texturas, sabores, personas, actos y palabras) así como el origen de los alimentos que comemos, (producción de los alimentos en el campo, pensar en la comida, diseñar menús, aportación de alimentos en actos colectivos, hacer la compra, cocinar y conservar lo cocinado). En resumen, romper la distancia entre el saber y el hacer. Combinar la recepción de conocimientos abstractos con la actividad, la cercanía y el protagonismo.

Muchas actividades se pueden hacer en la escuela, comedor, cumples, desayunos, fiestas señaladas, etc. Pero también en la casa. Es necesario un plan de baja intensidad - aunque de alto estímulo y rendimiento a medio plazo, coordinado entre la escuela, la familia, la compra en el mercado (municipal a ser posible, si es que nos dejan alguno vivo), la cocina, la participación en colectivos de consumo responsable y las visitas a fincas agroecológicas.



Grupo Estudios Agroecológicos de los GAKs /Ecoportal.net

1 comentario:

Miriam dijo...

Sí, yo llevo siglos diciendo que la publicidad dirigida a los niños es impresentable... pero ahí seguimos, lo que prima es el beneficio.